Niebla de invierno,
los huesos de aceituna
corretean por las aceras.
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He visto una cucaracha.
Las aventuras y desventuras de una leonesa soltera, friki, tímida y un poco neurótica en la gran ciudad.
jueves, 20 de enero de 2011
martes, 18 de enero de 2011
El placer de las pequeñas cosas
Que debemos buscar la felicidad en las pequeñas cosas de cada día es algo que todos hemos oído una y mil veces. En libros, películas (se me viene a la cabeza Amelié, una de mis favoritas), anuncios de televisión, incluso graffitis, se nos exhorta a mirar a nuestro alrededor y ver la belleza que subyace en todo lo que nos rodea. Ya.
Esto es mucho más fácil de decir que de hacer, y más aún si estás con la cabeza metida en el agujero de la autocompasión, contemplando tus miserias interiores desde todos los ángulos posibles. Pero uno de los propósitos de este blog es, precisamente, echar fuera toda esa mierda y encontrar en cada día algo bueno por lo que merezca la pena seguir tirando hacia delante. Y tengo claro que ese “algo” debo buscarlo en pequeños momentos, instantes más o menos largos en que me siento bien, alineada y en armonía con lo que me rodea, da igual que sea en la quietud de una biblioteca, aspirando el olor del papel usado, un olor a polvo y cuentos infantiles, que en medio de una calle rodeada de cientos de personas y con el estruendo del tráfico de fondo. Porque creo que es imposible cimentar la felicidad, una felicidad auténtica, no la euforia pasajera que viene y se va en una misma ráfaga de viento, sólo en grandes acontecimientos.
Así, voy a inaugurar una sección, la primera en este blog, que se va a llamar, precisamente “pequeñas cosas”, con uno de estos pequeños momentos: un atardecer sobre la torre del reloj de Puerta del Sol, desde la ventana de mi casa.
viernes, 14 de enero de 2011
Fuencarral Déshabillé
Ayer por la tarde, mientras volvía de comer por la calle Fuencarral, me cruce con una mujer de mediana edad, unos 50 años, que se paseaba en medias y sujetador entre los viandantes, mientras una cámara de televisión la seguía.
Creo que no me voy a aburrir aquí.
Creo que no me voy a aburrir aquí.
jueves, 13 de enero de 2011
Comienzos
Bien, la eterna pregunta: ¿cómo comenzar? Pues, como siempre me ha dicho mi madre: por el principio. El año 2010 fue un año… digamos que difícil (traducción de difícil: una mierda). Me quedé sin trabajo cuando el estudio de arquitectura, al que había dedicado los dos últimos años de mi vida (sé que no es mucho tiempo, pero yo tampoco tengo demasiados años de vida, oyes), tuvo que cerrar. En un principio no me preocupé demasiado, tenía varios meses de paro, una tesina por hacer, y un montón de tiempo libre para leer, escribir, y hacer todas esas cosas que… bueno… que precisamente decía que nunca hacía por falta de tiempo (mentiraaaa).
Sin embargo, las cosas rara vez se desarrollan como nosotros las planeamos, y al cabo de un tiempo había entrado en una dinámica de dormir mucho, salir poco de casa, y pasarme los días dedicada casi en exclusividad a la tesina. Mis, de por si ya escasas, habilidades sociales se resintieron bastante con tanto aislamiento y, tras entregar la tesina y comenzar a trabajar de nuevo, me di cuenta que me había metido de cabeza en una depresión sin darme cuenta siquiera. La angustia comenzó como una pelota en la boca del estómago, pequeña al principio, que aparecía en momentos de nerviosismo o estrés, y que terminó instalándose definitivamente dentro de mí, y creciendo día tras día. A la pelota le sucedieron escenas de llanto incontrolado, insomnio, y etapas de una profunda tristeza.
Mi familia pronto se dio cuenta de que no podía seguir así, por lo que, en un momento en que a mi me costaba incluso decidir qué ropa ponerme por las mañanas, tomaron una difícil decisión por mi (algo que nunca podré agradecerles suficiente). Y así, de un día para otro, dejé mi pequeña casita en la meseta castellana y me volví a casa de mis padres. Aquello tampoco era la solución definitiva, pero los días que estuve allí me sirvieron para darme cuenta de varias cosas. Primero, de que necesitaba ayuda profesional (aquí entró en juego mi psiquiatra, al que de aquí en adelante llamaremos Psych, como en la serie de la tele :P), y segundo, de que tenía que decidir qué quería hacer con mi vida y luchar con todas mis fuerzas por conseguirlo. Que habría fracasos, caídas, decepciones, por supuesto, pero que mi familia estaría siempre ahí para ayudar a levantarme de nuevo).
Y todo este rollo, ¿para qué? Pues para anunciar que ese nuevo comienzo he decidido empezarlo en la capital, en Madrid. En esta decisión han contado varios factores, entre los que no es el menos importante el hecho de que mi novio viviera ya aquí. Así que el nuevo año ha traído un montón de novedades: ciudad nueva, casa nueva, trabajo nuevo (espero encontrarlo en breve), vivir con un ser vivo que me contesta cuando le hablo (, bueno… casi siempre)… y blog nuevo.
Espero encontrar en este espacio virtual un canal para desahogarme, para exorcizar mis fantasmas, para contar las chorradas que se me ocurran, para colgar mis cuentos, para exponer mis dibujos y fotografías y, en definitiva, para contar las experiencias que, estoy segura, me depara esta fascinante urbe que estoy comenzando a descubrir.
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