lunes, 6 de junio de 2011

Frase del Día I

El saber es la parte principal de la felicidad


Sócrates /470-399 a.C.); filósofo griego

domingo, 15 de mayo de 2011

Un roble crece en Puerta del Sol

Tengo un árbol en la terraza, más concretamente un roble. Aunque no sé si puedo llamarlo "árbol": crece en un tiesto, me llega a las rodillas y es aún un palito escuálido con un puñadín de hojas en lo alto. Sin embargo, parece que se ha adaptado bien a su nuevo hogar, ya que en el mes y medio que lleva en casa le han brotado hojas nuevas y tiene un color bastante saludable.  Aquí la prueba gráfica:



Creo que, aparte de la luz del sol que entra a raudales en la terraza, y del agua de Madrid, que por lo que dicen es muy buena, está influyendo en su buena salud el ambiente de la plaza. Si los estudios dicen que es bueno hablarles a las plantas, y que la música estimula su crecimiento, es más que probable que en un año el arbolito sea más alto que yo (cosa que, por otro lado, tampoco es muy difícil). A los predicadores de diferentes credos que tratan de salvar nuestras almas a base de inspiradas soflamas se unen manifestantes de todo tipo, a favor y en contra, cada uno con su campo de molinos particular, bailarines de "break" con la música a toda mecha, dos compañías de mariachis que repiten una y otra vez el mismo repertorio, vendedores de globos, compradores de oro, manadas de turistas que berrean en mil y un idiomas... y ahora, encima, los mitines de la campaña, con sus musiquitas desquiciantes y sus oradores mediocres. En fin, que mi pequeño roble tiene entretenimiento para rato. Espero que, con tanto mitín, no se me haga de derechas.

domingo, 17 de abril de 2011

Abril (1ª parte)

Abril es el mes más cruel, criando
lilas de la tierra muerta, mezclando
memoria y deseo, removiendo
turbias raíces con lluvia de primavera.
El verano nos sorprendió, llegando por encima
del Starnbergersee
con un chaparrón; nos detuvimos en la columnata,
y seguimos a la luz del sol, hasta el Hofgarten,
y tomamos café y hablamos un buen rato.
(La Tierra Baldía, T.S.Elliot)

viernes, 8 de abril de 2011

domingo, 20 de marzo de 2011

jueves, 17 de marzo de 2011

ST. PATRICK'S DAY

"Yo era como una piedra en una profunda mina; y aquel que es poderoso vino, y en su misericordia, me levantó y me puso sobre una pared."

Hoy es el día de San Patricio (Saint Patrick para los angloparlantes), el patrón de Irlanda.  Patricio no era irlandés, de hecho nació en un pequeño pueblo de lo que hoy es Escocia, Bennhaven Taberniae, más o menos en el año 385 (hace la ostia, vamos), y era hijo de un diácono romano-bretón. A los dieciséis años, mientras jugaba con sus primos en la costa, fue capturado por un grupo de piratas irlandeses y vendido como esclavo. Durante unos 6 años trabajó cuidando ovejas para un pagano del norte de Irlanda llamado Milcho, cerca del monte Crochan Aigli. Tras varios intentos fracasados de huida, y tras mucho rezar, una noche soñó que una voz le mandaba salir huyendo y llegar hasta el mar, donde un barco lo iba a recibir (hoy, si oyes voces, te vas de cabeza al psiquiatra; en aquellos tiempos la cosa debía ser de lo más normal, oiga). Huyendo, caminó mas de 300 kilómetros para llegar a la costa. Encontró el barco, pero el capitán se negaba rotundamente a transportarlo. Sus reiteradas peticiones para que le dejasen viajar gratis fueron siempre rechazadas, hasta que al fin, después de mucho orar con fervor (o sea, después de mucho dar el coñazo), el capitán accedió a llevarlo hasta Francia (¿por qué a Francia? ¿Pero su pueblo no estaba en Escocia? Cómo se nota que en aquella época no existía la guía Michelín…).

En fin, que a la edad de 22 o 23 años, Patricio volvió a su casa. Con el tiempo las visiones volvieron (de verdad, este chico debería habérselo hecho mirar), y estas le llevaron a viajar a Francia (¿otra vez?) primero, y a ser ordenado sacerdote después.

'Clamamos a ti, oh joven lleno de virtudes, para que vengas entre nosotros nuevamente' (modesto el tal Patricio…)

Por lo visto, tras unos quince años en Francia, hizo un viaje a Roma, en el cuál el Papa Celestino I le envía a Irlanda con una misión especial, ya que su primer enviado, un tal Paladio, nunca logró cumplirla, ya que a los doce meses de haber partido murió en el norte de Britania (qué mala ostia el tal Celestino… después de seis años de esclavitud, y de la manía que les debía tener Patricio a los irlandeses, no se le ocurre otra cosa que mandarlo para haya. Y encima, sabiendo que al anterior enviado le habían dado matarile…Para mi que no le caía demasiado bien). Para realizar esa misión encomendada por el Pontífice, San Germán de Auxerre consagró obispo a Patricio (que debe  ser algo así como que te den superpoderes…).
  
Pues bien, que para allá se fue Patricio, a convertir paganos irlandeses. Se dice que comenzó por la zona en la que había sido esclavo años atrás (ya son ganas), y que su antiguo amo, al saber de su regreso como predicador, se puso tan furioso que prendió fuego a su casa, muriendo él mismo en el incendio (como dice mi abuela, “dejo de comer para que se joda el capitán”). En fin, que Patricio se dedicó durante muchos años a fundar monasterios por toda la isla de Irlanda, convirtiendo paganos, haciendo milagros y tratando, sin mucho éxito por lo visto, de atraer al mismísimo Gran Rey, un tal Laoghaire, que vivía con su corte en Tara, aunque si lo consiguió con parte de la familia real.

La principal oposición la encontró en los druidas, representantes de la antigua religión (encantadores ancianos con túnicas y barbas blancas… y hoces MUY afiladas). Cuenta una leyenda que, un Sábado Santo, cuando Patricio encendió el fuego pascual, estos se lanzaron con toda su furia a apagarlo, pero por más que trataron no lo lograron. Entonces uno de ellos exclamó: "El fuego de la religión que Patricio ha encendido, se extenderá por toda la isla". Y se alejaron. La frase del mago se ha cumplido; se cree que San Patricio recorrió toda la isla, y la religión católica se extendió de tal manera por toda Irlanda, que hoy sigue siendo un país católico (bueno, más o menos…)

Tras treinta años de zascandileo, conversiones y milagros por aquí y por allá, Patricio murió (como todo el mundo), y fue sepultado en el año 461, en Saúl, región de Stragford Lough, donde había edificado su primera iglesia.


 
Aquí el amigo Patricio
en una foto de archivo

  
¿Y todo este rollo, para qué? Pues para que comprendamos el profundo arraigo que tiene esta fiesta entre el pueblo irlandés, que celebra, tal día como hoy, a uno de sus santos más importantes, al que deben no sólo su religión, sino lo que han llegado a ser como nación.





Una fiesta muy espiritual... si... pues... pues eso.
Hala, todos a darle a la Guinness, yo pago la primera ronda.


viernes, 25 de febrero de 2011

Los viernes al sol

El sol entra a raudales por la cristalera de la terraza, bañándolo todo con una luz brillante y metalizada, y dándole a las paredes encaladas un matiz incandescente.
Las plantas de hierbabuena y tomillo desprenden su aroma que, junto al olor a tierra mojada de los semilleros, me transportan, si cierro los ojos, a otro lugar, otro tiempo, donde la vida era más fácil y el cielo más azul.
Sobre la mesa de baquelita descansa un libro a medio leer, y el marcador semeja una puerta, una ruta de escape que parece llamarme y decirme "no temas, aquí dentro estarás a salvo de todo lo que te atormenta".
Junto al libro, una taza de café humeante, la segunda de la mañana, ésta ya por gula, que no por necesidad de sacurdirme de encima un sueño del que, a veces, sólo con mucha fuerza de voluntad consigo salir.
Por las cristalera entreabierta, junto con una ligera brisa, se cuelan en la terraza los sonidos de la calle, atenuados por la distancia, la amalgama de músicas de todos los rincones del mundo que artistas callejeros interpretan abajo, en la plaza.

martes, 15 de febrero de 2011

Un San Valentín de muerte...

-Me despierto de buen humor, después de una noche sin pesadillas, y me ofrezco a hacerle el desayuno a H: café con leche "del de verdad" y tostadas de sartén con mantequilla casera.
-Mi buen humor se va evaporando poco a poco, mientras H no deja de decirme "tengo hambre", "¿no está ya el café?", ¡yo quiero dos tostadas!", "esa se te va a quemar", "pero, ¿aún no están las tostadas?", "¡Tengo hambre".
-Por fin me siento frente a mis tostadas´, mientras H devora las suyas. El olor del café recién hecho me devuelve parte del buen humor perdido.
-Me mancho el pijama limpio con mermelada de arándanos. Me cago en...
-Consigo quitar prácticamente toda la mermelada del pijama. Bien, parece que los daños no han sido graves.
-Me acabo de dar cuenta de que tengo un libro caducado en la biblioteca. Joder, estupendo, me toca ir al quinto pino a devolverlo, porque H no puede hasta el viernes.
-Finalmente cojo el metro hasta Iglesia, al final no he tardado tanto. Y así me doy un paseíto de vuelta a casa, que últimamente no me muevo nada.
-Mierda, se me olvidaba que tengo que pasar también por el Inem... Hala, a dar un rodeo.
-Bien, lo del Inem lo he liquidado en cinco minutos. Ahora, a comer a casita.
-¿Un paseo? ¿UN PASEO? Joder, llevo media hora andando y aún no he llegado a Gran Vía. Y tengo hambre, y me está saliendo una ampolla en el pie izquierdo...
-¡Al fin en casa! Cazadora fuera, botas fuera, ropa fuera... ains, qué bien se está en camiseta y calcetines...
-Cometo el error de mirarme en el espejo: dos horas de caminata con viento han hecho que mi pelo parezca el de Alaska cuando aparecía en "La Bola de Cristal". Voy a tardar al menos un par de horas en desenredar esto.
-H no está en casa. Bien, puedo comer lo que quiera.
-H no está en casa. No me gusta comer sola.
-Reviso el correo. Parece que no tengo trabajo para esta tarde; así puedo dedicarme a mi artículo.
-No deja de llover, y me he atascado con el artículo... y no queda chocolate.
-Voy a buscar a H al trabajo, a ver si me da un poco el aire... Me gusta pasear por Fuencarral.
-Llueve. Y hace frío. Y mi paraguas es una mierda. Recorro Fuencarral como si me persiguieran los demonios.
-Llego y H ya está en la puerta. Al menos no tengo que esperarle...
-Voy con H a comprar al Corte Irlandés. La cesta le pesa, se le antoja todo, no puede acercarse a los congelados porque se constipa (no, no es coña)... llegamos a casa cansados y sin la mitad de las cosas que nos hacen falta... y con un montón de cosas que no nos hacen falta.
-Abrimos una botella de vino para cenar. Ahora no bebo, pero una copa no me hará daño.
-Me he mareado un poco con el vino. Intendo leer un rato antes de ir a la cama, pero H está preparando una presentación y la música se oye a pesar de los auriculares.

P.D: yo quería un San Valentín con rosas y bombones, con una tarjeta recargada llena de corazones, con una cena a la luz de las velas, con un beso y un "te quiero"... Si, a pesar de que reniego de esta oda al consumismo, este año estoy cursi. Aunque luego lo pienso y me entra la risa. En fin...

jueves, 20 de enero de 2011

Haiku

Niebla de invierno,
los huesos de aceituna
corretean por las aceras.
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He visto una cucaracha.

martes, 18 de enero de 2011

El placer de las pequeñas cosas

Que debemos buscar la felicidad en las pequeñas cosas de cada día es algo que todos hemos oído una y mil veces. En libros, películas (se me viene a la cabeza Amelié, una de mis favoritas), anuncios de televisión, incluso graffitis, se nos exhorta a mirar a nuestro alrededor y ver la belleza que subyace en todo lo que nos rodea. Ya.
Esto es mucho más fácil de decir que de hacer, y más aún si estás con la cabeza metida en el agujero de la autocompasión, contemplando tus miserias interiores desde todos los ángulos posibles. Pero uno de los propósitos de este blog es, precisamente, echar fuera toda esa mierda y encontrar en cada día algo bueno por lo que merezca la pena seguir tirando hacia delante. Y tengo claro que ese “algo” debo buscarlo en pequeños momentos, instantes más o menos largos en que me siento bien, alineada y en armonía con lo que me rodea, da igual que sea en la quietud de una biblioteca, aspirando el olor del papel usado, un olor a polvo y cuentos infantiles, que en medio de una calle rodeada de cientos de personas y con el estruendo del tráfico de fondo. Porque creo que es imposible cimentar la felicidad, una felicidad auténtica, no la euforia pasajera que viene y se va en una misma ráfaga de viento, sólo en grandes acontecimientos.
Así, voy a inaugurar una sección, la primera en este blog, que se va a llamar, precisamente “pequeñas cosas”, con uno de estos pequeños momentos: un atardecer sobre la torre del reloj de Puerta del Sol, desde la ventana de mi casa.


viernes, 14 de enero de 2011

Fuencarral Déshabillé

Ayer por la tarde, mientras volvía de comer por la calle Fuencarral, me cruce con una mujer de mediana edad, unos 50 años, que se paseaba en medias y sujetador entre los viandantes, mientras una cámara de televisión la seguía.
Creo que no me voy a aburrir aquí.

jueves, 13 de enero de 2011

Comienzos

   Bien, la eterna pregunta: ¿cómo comenzar? Pues, como siempre me ha dicho mi madre: por el principio. El año 2010 fue un año… digamos que difícil (traducción de difícil: una mierda). Me quedé sin trabajo cuando el estudio de arquitectura, al que había dedicado los dos últimos años de mi vida (sé que no es mucho tiempo, pero yo tampoco tengo demasiados años de vida, oyes), tuvo que cerrar. En un principio no me preocupé demasiado, tenía varios meses de paro, una tesina por hacer, y un montón de tiempo libre para leer, escribir, y hacer todas esas cosas que… bueno… que precisamente decía que nunca hacía por falta de tiempo (mentiraaaa).
Sin embargo, las cosas rara vez se desarrollan como nosotros las planeamos, y al cabo de un tiempo había entrado en una dinámica de dormir mucho, salir poco de casa, y pasarme los días dedicada casi en exclusividad a la tesina. Mis, de por si ya escasas, habilidades sociales se resintieron bastante con tanto aislamiento y, tras entregar la tesina y comenzar a trabajar de nuevo, me di cuenta que me había metido de cabeza en una depresión sin darme cuenta siquiera. La angustia comenzó como una pelota en la boca del estómago, pequeña al principio, que aparecía en momentos de nerviosismo o estrés, y que terminó instalándose definitivamente dentro de mí, y creciendo día tras día. A la pelota le sucedieron escenas de llanto incontrolado, insomnio, y etapas de una profunda tristeza.
Mi familia pronto se dio cuenta de que no podía seguir así, por lo que, en un momento en que a mi me costaba incluso decidir qué ropa ponerme por las mañanas, tomaron una difícil decisión por mi (algo que nunca podré agradecerles suficiente). Y así, de un día para otro, dejé mi pequeña casita en la meseta castellana y me volví a casa de mis padres. Aquello tampoco era la solución definitiva, pero los días que estuve allí me sirvieron para darme cuenta de varias cosas. Primero, de que necesitaba ayuda profesional (aquí entró en juego mi psiquiatra, al que de aquí en adelante llamaremos Psych, como en la serie de la tele :P), y segundo, de que tenía que decidir qué quería hacer con mi vida y luchar con todas mis fuerzas por conseguirlo. Que habría fracasos, caídas, decepciones, por supuesto, pero que mi familia estaría siempre ahí para ayudar a levantarme de nuevo).
Y todo este rollo, ¿para qué? Pues para anunciar que ese nuevo comienzo he decidido empezarlo en la capital, en Madrid. En esta decisión han contado varios factores, entre los que no es el menos importante el hecho de que mi novio viviera ya aquí. Así que el nuevo año ha traído un montón de novedades: ciudad nueva, casa nueva, trabajo nuevo (espero encontrarlo en breve), vivir con un ser vivo que me contesta cuando le hablo (, bueno… casi siempre)… y blog nuevo.
Espero encontrar en este espacio virtual un canal para desahogarme, para exorcizar mis fantasmas, para contar las chorradas que se me ocurran, para colgar mis cuentos, para exponer mis dibujos y fotografías y, en definitiva, para contar las experiencias que, estoy segura, me depara esta fascinante urbe que estoy comenzando a descubrir.